Aquel lobo, oculto bajo la piel de un cordero, se adentró en el poblado bajo la tierna mirada de los pastores. Ninguno se preguntó de donde venía y como había llegado hasta allí trás atravesar el páramo; lugar infestado de salvajes fieras. Su orgullo se veias repleto de poder de salvación, completamente ajenos a la carnicería que entre los suyos iba a tener lugar.
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