Oculto, en el corazón de la montaña, el sentimineto de la tierra late haciendo resonar los cimientos del mundo. Las raices de los arboles y la vegetación se esfuerzan por alcanzarlo, las manos hundidas de los que trabajan el campo lo sienten más alla de un salario mal pagado. Solo los buitres en sus torres de marfíl nacarado permanecen ajenos a la llamada de la vida.