Dormir desde la hora de la cenicienta hasta la despedida de los vampiros para que el reino de fantasía siga adelante con la infatigable tarea de no perder terreno ante la nada. La nada avanza en mi cama, en mi cocina, en mi libro de apuntes y en mi guitarra. Yo me dedico a la labor de soñar para que los dragones de mi reino la mantengan a raya; cerrar los ojos y hasta mañana.