viernes, 3 de octubre de 2008

El músico ambulante

Capitulo 1______La Carretera.

Hacía tiempo que las fiestas de verano de la comarca habían terminado. Era un buen dinero y merecía la pena pasarse la temporada de
pueblo en pueblo. Las verbenas populares llenaban las calles de gente con
ganas de fiesta. Los bares rebosaban. Mas que eso; se desbordaban hasta el punto de que solo se utilizaban para pedir, pagar y marchar de vuelta a la algarabía de los callejones.

De eso hacia ya casi un mes. Para ser exactos cuatro lunas. Se lo había gastado casi todo disfrutando del comer durante el camino y una estancia en un hotelito muy moderno; con una gran bañera en la que se quito el polvo de la carretera en sesiones que le arrugaban la piel y le bajaban la tensión. Allí, iba recordando y olvidando a la vez.

Recordaba los gestos, los olores, el momento en que el cielo se nubló y casi nadie se dio cuenta porque era de noche . Acabó la canción. Recogió sus cosas. Cuando alcanzó el soportal de la iglesia, un relámpago dio la señal y una tromba de agua limpio las calles de aquella borrachera de multitudes en la madrugada....pero las caras se le mezclaban. Las palabras aparecían sin su dueño y sin su tiempo, hasta cerrar sus párpados de cansancio.

Se acordó de Jimmo ahogado en su bañera y volvió a abrir los ojos. Era hora de irse. Aviso en recepción y lavó en aquella agua jabonosa la ropa sucia que le quedaba. En la habitación hacia calor. Todo estaría seco por la mañana. Se despanzurró como un gato sobre la cama. Sintió aquellas sabanas limpias y planchadas y, como un gato, dejo que una sonrisa lo acompañara hasta la profundidad de su sueño.

Lo que a continuación va a suceder no es más que ilusión. Un sueño. Aunque para él, es real. Tan real como el aire se respiramos y sin embargo, el músico ambulante despertó. A las 7,30 para ser exactos, pues siempre que dormía dentro dejaba abiertas las ventanas. Después de su último desayuno pagó la cuenta y salió a la calle. Caminó con el sol de frente hasta alcanzar la parada del provincial, donde se tomó un café con leche después de mirar los horarios y comprar su billete .

El olor del Diesel quemado en las paredes de la cochera, los bocadillos envueltos en la asfixia del papel celofán, ecos de voces confusas de megafonía. Jóvenes, niños y viejos con una causa en común: el viaje, el “destino” como dice en el billete.
Busco una esquina. Colgó la pelliza y desenfundó su guitarra.